

Estamos, otra vez, frente a un escenario de polarización política que, tanto el gobernador Axel Kicillof y el disperso universo del peronismo desde la Provincia, como el presidente Javier Milei a nivel nacional, se encargan de alimentar cotidianamente.
El oficialismo bonaerense se siente frente a la necesidad de construir una alternativa superadora al gobierno libertario frente al ajuste y deterioro económico social, pero sufre una crisis de acuerdos al igual que otros armados políticos opositores como el PRO, sectores del radicalismo u otras estructuras, incluyendo a los propias “Fuerzas del cielo”.
En no pocos laboratorios del palacio legislativo estiman como factible que, el resultado de la elección porteña del próximo 18 de mayo pueda influir sobre actuales conductas políticas en la PBA.
La reciente suspensión definitiva de las PASO durante este turno electoral podría significar, en términos políticos, un empate coyuntural de Kicillof gracias al guiño de parlamentarios de la oposición y de un cristinismo que se sumó a regañadientes al apoyo.
Pero la discusión interna del PJ se extendió entre los distintos espacios que conforman Unión por la Patria ahora por la ampliación de los plazos electorales para la presentación de alianzas, listas y boletas de candidatos para las elecciones, tanto las provinciales del 7 de septiembre, como las nacionales del 26 de octubre.
Claramente este tipo de marcadas anomalías domésticas terminan siendo un montón de nada, frente a esta actualidad partidaria K un tanto desteñida.
Algunos legisladores que responden directamente al gobernador volvieron a avivar las llamas del conflicto cuando cruzaron a sus pares de La Cámpora por negarse a modificar los plazos, tal como lo recomienda la Junta Electoral, además de otras cuestiones vinculadas con la logística y de seguridad para el armado de los comicios porque, según creen, quieren que “a Kicillof le vaya mal” y que sea el “nuevo Alberto Fernández” con frustrada gestión presidencial.
Incluso una de las espadas ministeriales más filosas que representa a Kicillof volvió a patear el hormiguero interno. El ministro Andrés Larroque tildó de “irresponsables” y “extorsionadores” a los dirigentes de la agrupación que dirige el diputado Máximo Kirchner.
“Lo que está en juego es la posibilidad de sostener el gobierno de la Provincia y construir una alternativa para 2027. Pareciera que para ellos el problema es Axel y no Milei”, desembuchó.
La respuesta no tardó en llegar. “No puede ser que cuando la Legislatura funciona de acuerdo a mis intereses es maravillosa, y cuando no, es un desastre. Lo mismo aplica para cada una de las fuerzas políticas”, replicó el jefe de la bancada de diputados K, Facundo Tignanelli. Como mínimo pidió coherencia, sin ser “hipócritas y desleales” con la conducción partidaria de Cristina Fernández a nivel nacional.
Un desafío posible que podrían enfrentar las cúpulas que representan a la expresidenta, al gobernador y a los renovadores de Sergio Massa es intentar abrochar un “acuerdo global por tercios” a la hora de confeccionar las listas de candidatos seccionales.
La falta de diálogo que reclama la oposición legislativa, más el habitual clima de desconfianza y hermetismo gubernamental ya son marca registrada de la gestión bonaerense. Kicillof al igual que su entorno sólo interactúa con un puñado de intendentes, legisladores e interlocutores de confianza, más algunos actores gremiales que regularmente son funcionales al poder de turno en la Provincia.
“En la función pública hay que asumir riesgos. Con miedo no se puede gobernar”, aseguran portavoces del esquema libertario tras atribuirse un pequeño trunfo en los recintos parlamentarios. La celebración de La Libertad Avanza incluyó el anticipo que avanzará para que la Legislatura elimine de manera definitiva las PASO. La capacidad de respuesta económica de la administración bonaerense, producto del ajuste libertario, no sólo comenzó a pegar en la línea de flotación provincial y de las intendencias, sino que tampoco alcanza para atender las demandas gremiales.
La rama sindical rechazó días atrás por insuficiente una frágil oferta salarial que un par de ministros subieron sobre la mesa en ambas negociaciones. La misma consistía en un incremento del 7%, dividido en dos cuotas: 4% de incremento para mayo, a cobrar en junio, y del 3% en julio, a cobrar en agosto. Los gremialistas decidieron darle más tiempo a la Provincia para que recapacite y mejore la propuesta antes de tomar otro tipo de medida.
Pero esa descortesía financiera libertaria sobre las finanzas de la administración Kicillof pone además en riesgo la capacidad de respuesta de los municipios. Muchos intendentes sin distinción política están al borde de rascar el fondo de la olla, como ya lo hicieron público algunos jefes comunales de la Sexta.
En teoría, el gobernador y su equipo económico podrían estar sentados arriba de la caja de recaudación impositiva hasta que avance decididamente el calendario electoral, ya que los contribuyentes siguen cumpliendo con sus obligaciones tributarias, independientemente de cualquier controversia.
Además, durante una sorpresiva reunión de comisiones parlamentarias, diputados afines a La Cámpora jugando en tándem con la oposición, buscarían ahora condonar deudas del Fondo Covid que los municipios mantienen con la Provincia por casi 8 mil millones de pesos desde el transcurso de la pandemia de 2020.