Kick boxing con sueños mundialistas a base de choripán

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Es necesario tener espíritu de lucha y no solo deportivo para sostener los sueños que parecen imposibles. Sin mucha colaboración, apoyado en su fortaleza personal y de sus cercanos, el objetivo de kickboxer cordobés Agustín Sarfatti, de 23 años, parece tener rumbo.

Lejos de contar con financiamiento, en vez de llorar en voz alta buscando responsables, resolvió por sus propios medios avanzar con el objetivo de participar en el Mundial de Egipto que arranca en octubre. Y mientras cuenta monedas en su alcancía, no escatima esfuerzos y encontró la forma de sumar recursos vendiendo choripanes. De esa manera, sumando aportes y ahorros, espera poder representar la bandera argentina, y la cordobesa, en el norte del continente africano. 

“Yo la vengo remando como todos los días, está claro que la diferencia económica es enorme, pero no me voy a rendir ahora. Sigo trabajando con los ‘choris’ en el mismo lugar, me puedo hacer casi 10 mil pesos por semana, en dos días. Hay días que se vende a pleno, otros que son flojos pero lo mismo le meto para adelante”, le cuenta con mucho entusiasmo Sarfatti a La Nueva Mañana, mientras prepara la parrilla y el carbón para la “cosecha” programada para el fin de semana. 

Aún le resta reunir 150 mil pesos, no tiene mucho plazo, pero lo mismo lo intenta como si estuviera en juego su prestigio y reputación como luchador. Compite en la división de hasta 70 kilos en esta actividad que reúne boxeo, Taekwondo y karate, muy en boga en estos tiempos. La fecha tope, el 15 de septiembre. 

“Las peleas se pactan, no hay categorías claras, a nivel mundial es similar y no se divide en títulos como en el boxeo, por ejemplo”, empieza a describir Agustín mientras enseña a modo de introducción el complejo mundo del kick boxing. Fue campeón cordobés y nacional amateur, llegó a la final del torneo sudamericano que ya es semiprofesional, y tuvo que pasar por unas Eliminatorias para llegar al mundial, a 10 rounds.

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“La vengo remando y está claro que la diferencia económica es enorme, pero no me voy a rendir ahora”.

“Son tres peleas por noche, un infierno”, relata; y agrega: “Pero si uno no pelea y no se muestra en Buenos Aires deja de existir, me quedo siendo un ‘Juan Pérez’ y nadie me va a llamar. Esto es así, los del interior tenemos que invertir para empezar a competir”. 

Sarfatti, nacido en barrio Ituzaingó, continúa: “Hay que buscar la moneda, no queda otra, este deporte es amateur y yo empecé de cero, desde el piso. No es como el boxeo o el fútbol donde uno puede buscar aportantes, acá uno mismo tiene que invertir si quiere trascender. Buscar una empresa, un entrenador y un promotor o manager. Sin eso, no existís. Hay que hacer una apuesta económica, para llegar a un contrato, nadie te regala nada”.  

Antes de iniciar la próxima pregunta, interrumpe con algo de sorpresa y vergüenza: “Maestro dame un segundo. Estoy dando clases a los chicos. Salimos a correr ahora un par de vueltas y te llamo cuando terminemos, perdón loco. Gracias”. 

Ah cierto. Vale aclarar que Sarfatti alquila un gimnasio en la Avenida Sabattini, en barrio San Lorenzo. Tiene 15 alumnos, además da clases y entrena para su desarrollo en el deporte. Vive sin tiempo libre pero comprometido a full con su sueño de ser mundialista. Compite hace ocho años y lo que empezó como distracción pasó a ser un estilo de vida, una filosofía con vitaminas de crecimiento. Ahora en Egipto hay siete títulos en juego. Y nada lo detiene para ir a buscar la gloria. 

Luego de un lapso de hora y media, el propio luchador devolvió el llamado telefónico, con total humildad. Y explicó su rutina de entrenamientos. 

“Entreno tres veces a la semana en un gimnasio, martes y jueves desde las 6 de la mañana voy a una plaza en José Ignacio Díaz. A la tarde voy a mi gym. A la parte de boxeo la practico en un local de Villa Azalais y vuelvo para dar de 19 a 22 clases con los chicos que tengo de alumnos. Ah, y de paso organizo sparrings, martes de guanteos, con lo que aprendí en diferentes academias. Y ahí veo cómo estoy física y tácticamente”, describió sin respirar.

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A Sarfatti aún le resta reunir 150 mil pesos. Es optimista. La fecha tope, el 15 de septiembre.

– ¿Hay mucha desventaja con respecto a los peleadores de Buenos Aires? 

– Y muchas. Allá hay una Federación fuerte, yo acá tengo menos volumen, uno llega allá con tres peleas o cuatro y los contrincantes tienen más de 15. Yo necesitaba tener peleas amateurs para competir y cuando salió lo del Mundial, no podía tener más de tres peleas profesionales.  Así que tuve que frenar un poco. Acá es todo honor y gloria, puedo ganar 200 mil peleas en Córdoba, pero si no compito en Buenos Aires, no me conoce nadie, como dije antes. Por suerte el presidente de la Federación (Carlos Suárez) me dio espacio cuando le pedí la chance de ir al Mundial. Estaba primero en el ranking así que se pudo gestionar. Ahora la otra pelea es pagar el pasaje, que ronda los tres mil dólares. 

– ¿Y llegás? 

– Lo voy a intentar. Y a seguir trabajando. No da para vender el auto y dejar a pata a mi familia y a mi hijo Maxwell que tiene dos años, o salir a subasta la heladera o un mueble, perjudicando a mi hogar. No tiene sentido. Así que le meto de esta forma. Se me han acercado algunos colaboradores, gente de la “muni”, pero todavía me falta bastante. Pero estoy convencido que voy a llegar. 

Marche un “chori” completo 

El puesto de choripanes se encuentra “en comodato” en un local de barrio Ituzaingó, un local de 24 horas. Hizo rifas, sorteos, colaboraciones y hasta trabajos especiales para recaudar el monto, pero necesita sin dudas de alguna inyección más fuerte para poder alcanzar el pasaje a El Cairo. Por el momento no tiene apoyo de organismos públicos ni estatales. 

– ¿Y a cuánto está el choripán? 

– El completo sale 260 pesos, pero hay una “promo” de dos por 500 pesos. 

– ¿Y qué lleva? 

– Le pongo de todo, lo que me pidas: mayonesa, Savora, lechuga, tomate, repollo, hay chimichurri también, provenzal, vos lo que pidás, tengo (risas). ¿Cuántos vas a querer? 

– Llevo una promo. ¿Cómo surgió la idea de vender choripanes? 

– Me sobraron 50 chorizos de un evento que hicimos en el Parque Sarmiento. Se los iba a vender a una amiga que ya tiene experiencia en el rubro y me dijo: “en vez de que yo te los compre, vamos juntos a la cancha y vas a ver que ganás el triple”. Dicho y hecho, fuimos a Talleres-Independiente antes de la pandemia y te juro que casi cuadripliqué lo que imaginaba. Y se dio nomás, ahora sé que es una linda herramienta para recaudar. Vendimos todo ese día. Espero aprovechar el envión y la suerte de mucha gente que se ha contactado para hacer el sacrificio final. Se va a dar.

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