

River puso primera en el Mundial de Clubes y consiguió un triunfo por 3 a 1 en el debut ante Urawa Red Diamonds de Japón en el Lumen Field de Seattle, donde estuvo apoyado por casi 10 mil hinchas que deliraron con la primera victoria en Estados Unidos. Pero no todo fue felicidad. Se lesionó Sebastián Driussi y el equipo de Núñez quedó en deuda con el juego.
El clásico tango argentino “Por una cabeza”, que es furor en Japón, fue retocado en el mediodía soleado de Seattle. Por tres cabezas River le ganó al Urawa Red Diamonds en su estreno mundialista. Un cabezazo de Colidio, otro de Driussi y uno más de Meza sentenciaron el resultado en favor del equipo de Gallardo que, a pesar de terminar algo holgado en el marcador, no fue así en el desarrollo del partido.
Después de un arranque con dudas e imprecisiones, River parecía acomodarse rápidamente al debut en el Mundial de Clubes. Un remate al palo de Driussi y la ventaja rápida con el cabezazo de Colidio, antes del cuarto de hora, presagiaban un estreno tranquilo.
Tenían razón los japoneses en la previa sentir como una amenaza a Franco Mastantuono, el jugador de River al que más conocían. Es que el pibe de Azul, transferido al Real Madrid, olvidó su pase, se enfocó y frotó la lámpara para armar una jugada de derecha a izquierda, abrir para Marcos Acuña, quien tiró un centro perfecto para la cabeza de Colidio. Justamente, ese tándem Acuña-Colidio fue de lo mejor del conjunto de Núñez en la primera mitad.
Sin embargo, con el correr de los minutos, el encuentro se le hizo pesado al equipo de Marcelo Gallardo, quien gritó con fuerza el primer tanto de su River en esta competencia y se lo vio muy activo.
Es que le pesaron las piernas para el retroceso y para cubrir espacios. A su vez, tuvo desajustes defensivos que ya traía de arrastre. En ese sentido, a Nacho Fernández y a Enzo Pérez, que fue amonestado y estuvo cerca de irse expulsado, fue a los que más les costó desde lo físico -el mendocino salió con un problema muscular-. También, a Germán Pezzella, que quedaba desairado cuando tenía que salir a buscar a Matsuo, el punta del Urawa, que era el que más complicaba a los defensores argentinos.
Pero tenía poca compañía el joven rubio japonés, entonces gravitaba poco el conjunto nipón, que tuvo el respaldo de su banda ruidosa que cantaban canciones con tono argentino. El único que se le acercaba era Kaneko, quien lo ayudó más en el segundo tiempo. A él, justamente, Marcos Acuña le hizo un penal infantil que Matsuo cambió por gol para desconectar y generarle más preocupación a River.
Es que al equipo de Gallardo ni siquiera lo tranquilizó el segundo tanto, que consiguió un instante antes, al comienzo del segundo tiempo por una avivada de Driussi, que fue a buscar la pelota área que dejó corta Hoibraten y anticipó el arquero. Pero la alegría no fue completa porque el delantero pisó mal al caer tras el salto y se fue lesionado -el primer diagnóstico es esguince de tobillo-.
Luego de que Urawa achicara la distancia, tras el penal de Matsuo, a River le siguió costando el partido porque no bloqueaba en la mitad de la cancha. Ya no estaban Pérez y Fernández, pero Galoppo y Meza tardaron en entrar en juego y Castaño de volante central, parecía incómodo.
Lo mejor que tuvo River en el encuentro fue cuando logró dominar la pelota y hacerla circular varios segundos para tener el control del partido. Pero no lo pudo hacer con continuidad. Y tampoco logró profundizar demasiado el juego. En ese sentido, cayó en la dependencia de Mastantuono, pero no siempre el pibe pudo hacer la individual y pocas veces encontró sociedades en el campo. Hasta que Acuña tiró otro gran centro desde un córner y Meza puso el tercero. Recién ahí River encontró paz.
Los nervios del debut ya pasaron y el equipo del Muñeco Gallardo obtuvo la victoria que buscaba en el primer encuentro, en el que era claramente favorito. Pero deberá mejorar para competir fuerte, sobre todo cuando le toque una potencia europea como el Inter. Pero antes, irá a Los Ángeles para jugar un duelo clave contra Rayados de Monterrey.